¿Os acordáis del
juego “Quién es Quién”? ¡Yo sí!
Ha ocupado largas
tardes de domingo en mi casa. Me gustaba jugar con la posibilidad de adivinar
quién era la persona que escondía mi hermana detrás de su tablero basándome en
un descarte tan simple como rubio o moreno, con o sin bigote, hombre o mujer…
Finalmente, el juego se resolvía cuando una de las dos nos quedábamos con unas
características físicas que sólo podían pertenecer a una persona.
Si pudiéramos
extender este juego a una búsqueda de personas reales en base a sus
características psicológicas, sus rasgos de personalidad, su ser más interno, ¿podríamos encontrarnos? ¿Sabríamos encontrarnos? ¿Nos
conocemos? ¿Sabes quién eres?
Esta pregunta suele
aparecer en nuestras vidas cuando atravesamos cambios
vitales, ya sea ante la “metamorfosis” propia del
paso de la infancia a la adolescencia (hervidero de confusiones sobre nuestra identidad)
bien ante cualquier vivencia dramática que suponga una ruptura con nuestra vida
tal y como era hasta el momento (ruptura sentimental, fallecimiento de un
familiar, accidente de tráfico...) o bien cuando no nos sentimos satisfechos
con la percepción que tenemos de nosotros mismos, sin saber muy bien por qué,
pero sentimos que no somos esa persona que necesitamos ser ahora mismo dadas
las demandas que requieren las circunstancias. Estos momentos implican una
mirada introspectiva hacia nosotros mismos y es ahí cuando aparece la pregunta,
realmente, ¿quién soy yo?
No existe una
respuesta tan rotunda como nos gustaría encontrar. Nuestra
personalidad se basa en una serie de rasgos esenciales pero estos están en
continuo movimiento por la influencia
en ellos de nuestras circunstancias, formas de vida, condicionantes sociales
diferentes… Si estamos abiertos a la vida, es
imposible ser siempre la misma persona. Estamos en continuo cambio y eso
es algo maravilloso.
Si te atreves a
buscarte y una vez puesto en marcha no encuentras aquellas cualidades que dabas
por hecho que tenías o simplemente consideras que ahora mismo las necesitas, ¡enhorabuena! Deja ir la nostalgia, preséntate y
haz por re-conocerte, como aquel que vuelve a quedar con un amigo con el que
hace años mantenía una amistad muy especial pero que al volver a verlo descubre
que, aunque sigue queriéndole, tiene que volver a reencontrarse con una conexión
real en base a este momento.
Resuena dentro de
nosotros con el eco de nuestros recuerdos, anhelos, pensamientos… ¿Quién soy yo? Hace falta
ser valiente tanto para formularla como para responderla. Estamos ante
la única persona que conocemos sin maquillaje, sin risa forzada ni preguntas de
cortesía, sin tacones para parecer más altos ni fotos mostrando que la vida nos
sonríe. Estamos ante un re-encuentro con la persona cuyo mensaje mejor podemos
escuchar y entender. Sin excusas, sin reproches, sin filtros, con toda su
grandeza.
Es un
acto revelador.
Damos por hecho que somos alguien que en realidad desapareció hace años como
consecuencia de ese tambaleo de vida. La imagen que proyectamos ante los demás
cada vez es una sobra más borrosa del ayer, llena de expectativas de los demás
y cargada de deseos de otros.
Dentro de esa búsqueda
es probable que tengamos que aceptar
descubrimientos de todo tipo (no siempre serán agradables): algunos igual nos han estado haciendo
daño formando parte de nosotros sin ya necesitarlos (rencor), otros dábamos por
hecho que estarían pero hace tiempo pasaron a mejor vida (inocencia), otros por
suerte tienen su hueco y no éramos conscientes de ellos hasta ahora (dignidad)
y otros, que aun pensando en base a nuestras experiencias pensábamos que nos
habían quitado parte de nuestra esencia, tienen un lugar importante en nosotros
mismos (coherencia)…
A
todos nos molesta sacar tiempo para hacer limpieza a fondo en casa pero de vez
en cuándo es necesario.
Viene bien airear las habitaciones, encontrar cosas que ni recordábamos que
teníamos, cosas que ya no nos sirven, tirar y ser conscientes de lo que merece
la pena seguir conservando y lo que ocupa sitio sin tener utilidad… pues eso.
Si en este momento necesitas
llegar a la respuesta de ¿quién soy yo? o simplemente te apetece estar un rato
contigo mismo escuchando a la persona que más puede interesarte lo que tiene
que contarte, te propongo una guía consciente en
ese proceso introspectivo:
1.- Busca un tiempo
determinado para tener una cita contigo mismo rodeado de silencio, en el que te
permitas escucharte, sin prisas. Un tiempo en el que pararte y atender. “Sólo”
eso: pequeño espacio de tiempo para ti y silencio.
2.- Imagina un frondoso
bosque y todo aquello que seas capaz de visualizar en él. Simplemente,
obsérvalo.
3.- Antes de
atravesarlo, piensa en situaciones que
actualmente son difíciles en tu vida
(ruptura sentimental), en ese drama que te hace plantearte quién eres (pérdida
de un hijo) o en la etapa que estás viviendo que te hace tambalearte
(desempleo).
4.- Sitúa dentro de
ese bosque, los obstáculos que puedes
encontrarte al atravesarlo (ramas, rocas, hojas…), que estorban, que te harán
ir más lento y haz el símil con aquellas
partes de ti mismo que te entorpecen en tu día a
día (egoísmo, falta de iniciativa, apatía, soberbia, orgullo).
5.- Ahora, piensa
qué puedes utilizar mientras avanzas
atravesando el bosque para apartar esos obstáculos
(un cuchillo, la fuerza de mis piernas, mi agilidad, mis manos, un buen
calzado…) y compáralo con los recursos con
los que cuentas en ti mismo para ello en tu vida,
para avanzar en ella (constancia, resiliencia, mi apoyo en la familia, mi
paciencia…).
A partir de aquí,
os dejo solos… es vuestra cita. Feliz reencuentro.
No olvides que siempre somos, pero no siempre de la misma manera.
Atentamente,
Alicia.
Muy interesante la pregunta, deberíamos hacernosla más a menudo, porque no es tan obvia como parece. Vamos aprendiendo, experimentando...y podemos tener una idea de nuestro yo, que ya no es real, como creer que tenemos unos límites que hace tiempo superamos. O pensar que ideas que no nos hacen ningún bien, por el hecho de habernos acompañado mucho tiempo vamos a tardar lo mismo en deshacernos de ellas. Y no es asi si somos conscientes de que queremos cambiar. Vamos evolucionando y debemos preguntarnos otra vez... quien soy. Y puede que encontremos cosas que nos desagraden y tengamos que hacer limpieza como bien dices, porque conforme avanzamos vamos teniendo un enfoque y necesidades distintas. Y somos una persona distinta.
ResponderEliminarComo broche final, la guía para reconocer nuestras virtudes y flaquezas en ese paseo por el bosque y reencontrarnos me ha encantado.
Enhorabuena y sigue así Alicia!!!
¡Muchas gracias por tu aportación, Juande!
ResponderEliminarCoincido totalmente contigo. Vivimos demasiado deprisa como para pararnos a cuestionar creencias que tenemos tan arraigadas, que no nos cabe la menor duda de ellas simplemente... porque en un momento de nuestra vida fuimos así, creímos ser así o nos hicieron creer eso.
Considero muy deseable ese alto en el camino para despojarnos de percepciones erroneas, ideas caucas y poder hacer un reconocimiento realista de nosotros mismos en la actualidad.
Hola muy buenos dias !
ResponderEliminarLeyendo este relato o mejor dicho; consejo (ya que a veces se nos olvida en pensar en quienes somos ) darte las gracias por la manera que tus palabras llegan a las personas personas .
Personalmente me he sentido muy indentificada con muchas ideas y gracias una vez más por dar esas pautas para saber encontrarnos ; ya que estoy en una fase con mi yo, que nos cuesta encontrarnos .
Felicidades y espero poder seguir leyendote !
Un saludo enorme .
Una amiga de Juan C.
¡Hola Lourdes!
EliminarMuchas gracias por visitar el blog y especialmente, por tus palabras.
Seguro que tu yo y tú, llegareis a reconoceros. Te animo a que "os" dediqueis tiempo, sin prisa, con comprensión.
¡Bienvenida, Lourdes!
Nota: me encanta saber que eres amiga de Juan. Me hace sentirte mucho más cercana a mí :)