Ama y ensancha el alma

Hay días en los que si nos dejamos llevar por todo lo que nos rodea, podemos llegar a una conclusión: algo estoy haciendo mal. Ayer pudo ser uno de ellos. San Valentín, 35 años y sin novio. Menuda estampa, ¿no?

Entre mensajes almibarados, nubes con forma de corazón, sobredosis de chocolate y visualizaciones de unicornios con un fondo de arco iris, ayer el mundo parecía batirse en duelo entre enamorados y no enamorados.

En general, los días que simbolizan una celebración concreta, no dejan de ser una “alarma” que utiliza nuestro entorno, para ayudar a recordar a aquellos que por su cuenta no encuentran el momento para hacerlo. Si perteneces a ese grupo, ¡enhorabuena! Con todo lo que se monta alrededor de este tipo de días, es difícil que no te acuerdes del Día de la Madre, Reyes Magos, o como en este caso, San Valentín.

Pero para los que somos detallistas, estos días no son más que un extra si quieres cumplir a nivel social, ya que el resto del año sabes bien cómo hacer que tu pareja se sienta más que celebrada por ti. Me uno a Sabina cuando canta “que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel”.

Cada situación sentimental puede ser la mejor para el que la vive, cree y crea con ella. Aprovéchala sea la que sea ahora que la tienes, no des lugar a que llegue otro momento diferente sin haber vivido este. Enfráscate codo con codo con tu situación sentimental y quédate con todo lo bueno que tiene (observa desde la perspectiva adecuada y lo verás).

La vida no es totalitaria, los sentimientos tampoco y mucho menos las relaciones sentimentales. Ahí reside el milagro: ni siempre solo ni siempre acompañado. Todo tiene su momento así que disfrútalo porque seguramente, no dure para siempre.

Ayer pudo ser un día de celebración para todos, con o sin pareja, partiendo del siguiente planteamiento: resignificar el día y celebrar la vida.

¿Con quién si no con ella tenemos una relación que nos pueda reconfortar más? ¿Con quién compartimos días buenos (es maravillosa cuando nos sorprende), días “reguleros” (nos deja de gustar y la miramos con apatía), días vitamina (apostamos por ella) o días chaparrón (no la sentimos justa con nosotros)?

Es la relación más duradera que puedes tener, hazte su cómplice, cómplice de tu vida. Coincidir con ella fue una casualidad, ahora conoceros y mantener la curiosidad depende de vosotros. Preocúpate de cuidaros para que sigáis viviendo la sorpresa y pasión de los que se aman bien, de los que comparten una misma forma de querer.

Ayer ya pasó, pero como en toda buena relación cualquier día puede ser ideal para mostrarle a la vida que tiene tu mano para aprender junto a ella, que estás dispuesto a dar largos paseos en su compañía, que estás preparado para crear entre los dos momentos dignos de la película más romántica y que te encanta compartir todo este amor que crece cuando lo brindas a los demás. 

Pero, ¿y qué puedo regalarle a la vida?, ¿qué le haría ilusión?

Creo que un álbum con fotos de vuestros momentos vividos y preparado para los que os quedan por vivir, puede ser un buen regalo...

Atentamente, Alicia.