lunes, 8 de febrero de 2016

Te acompaño en el sentimiento



Igual suena un poco tétrico, pero… escucha un momento atentamente, por favor: “te acompaño en el sentimiento”. 


Si aislamos esta expresión de toda connotación relacionada con la pérdida de una persona querida, ¿no os parece bonita? A mí, sí, mucho. Un acto de generosidad por parte del que la ofrece y un remanso de paz para el que la recibe.


Si nos paramos a analizar un día cualquiera en nuestra vida, podemos comprobar que experimentamos mil y una emociones desde que nos despertamos hasta que llega la noche: podemos sentirnos preocupados al hacer recuento de las tareas que tenemos por delante, alegres porque hemos reservado un viaje, tristes porque es san Valentín y no tenemos novia, eufóricos por la sorpresa inesperada de una amiga, rabioso por una discusión con nuestro jefe, entusiasmados con una llamada que confirma que quedan entradas para el concierto o avergonzados al darle al “me gusta” por equivocación en Facebook a la foto de un ex novio. Menudo carrusel de emociones, ¿no?


Contar con personas que nos acompañan en nuestros sentimientos es algo no sólo deseable, sino que hasta podríamos considerar imprescindible. Personas con las que poder compartir, confesar, comprender y descansar… Existen y si no las ves a tu alrededor, hay que buscarlas. 



En psicología suele hablarse del Efecto Pigmalión para referirnos a las expectativas  e influencia de los demás en el comportamiento de la persona sobre las que recaen. Originalmente este concepto se relacionó con la consecuencia negativa que pueden provocar los padres sobre sus hijos sin darse cuenta (tras un examen suspenso: ”no vales para estudiar, en eso le has salido a tu padre”) o en el propio aula (“sabía que no aprobarías y mira cómo no me he equivocado”). En este caso, estos padres o maestros no acompañan en el sentimiento, más bien meten la cabeza en él hasta que el niño  llega a ahogarse y creer que tal y como dicen ellos “no vale”. Una vez más, confirmado: lo que pensamos se hace real.



Pero por suerte podemos utilizar una perspectiva diferente para crear la misma profecía autocumplida en sentido positivo, ya sea a un niño o a cualquier persona que queramos acompañar en su sentimiento. 



Partiendo de la escucha, comprendiendo y a continuación, “pigmalioneando”:



-         Confío en ti pase lo que pase.

-         Tú vales para esto.

-         Ve a por ello y si no te va bien, aquí estaré para acompañarte.

-         Se que lo harás lo mejor que puedas.

-        Ponle ganas y siempre saldrás ganando cualquiera que sea el resultado

-      Que no haya funcionado, no significa que hayas fracasado. Tú hiciste todo lo que estaba en tu mano.




Que alguien nos acompañe en nuestro sentimiento es un regalo insuperable, empaquetado con papel brillante, con lazo y todo, ya que fortalece nuestra autoestima y aumenta nuestra autoeficacia.



Sentir que alguien nos acompaña (tan cerca o tan lejos como pueda y necesitemos) ayuda a entender la vida desde una perspectiva mucho más humana, más reconfortante, más vital. Y no estoy hablando de tándem en el sentido pareja, hablo de sentirnos parte de un todo, sentirnos acompañados por personas que sienten como nosotros y que nos necesitan igualmente, hablo de sentimiento de pertenencia. De ahí que sea tan “fácil” acompañar y que nos acompañen: nos necesitamos.



Cuando un niño enseña a leer a una persona mayor, le está acompañando en su sentimiento de superación. Cuando una persona mayor ayuda a repartir comidas en un comedor social, acompaña en el sentimiento alivio, la persona que compra una barra de pan en la tienda de debajo de su casa, acompaña en el sentimiento de lucha diaria, la persona que escucha a otra que se muestra enfadada mientras espera su turno en el banco, acompaña en el sentimiento de desconsuelo, la persona que aplaude al terminar un espectáculo, acompaña en el sentimiento de satisfacción…



Todos somos un eslabón necesario en la cadena de la vida. Galiano decía que muchas personas pequeñas en lugares pequeños, pueden cambiar el mundo. Quien menos nos esperamos… nos necesita para que le acompañemos en su sentimiento. Compartir es vivir y la vida es mucho más bonita siendo el "Pigmalión" de alguien…  






Atentamente, Alicia.
























8 comentarios:

  1. Te acompaño en el sentimiento...
    La última vez que alguien pronunció esas palabras dirigidas a mi, yo perdía a una persona muy especial y no le deseaba a nadie que sintiera lo que yo sentía, no deseaba que nadie me acompañará en ese sentimiento.
    Después de entonces ya no he vuelto a escuchar esas palabras. Pero hoy, TU Alicia, has hecho que me de cuenta que aunque mis oídos no lo hayan escuchado, mi ser si ha sentido en muchas ocasiones precisamente eso. Hay unas pocas personas, que en cada sitúacion me acompañan, en momentos buenos ríen conmigo y en momentos no tan buenos simplemente están ahí y dejan que coja de ellos eso que necesito...... Me acompañan, en, y con mis sentimientos
    Gracias Alicia, por ayudarme a pensar en ello, seguramente así sabré apreciar aún más a esas personas a las que quiero y me quieren.
    Deseo que entre todos hagamos muy buen día, y........
    ''Os acompaño en el sentimiento''

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    1. ¡Hola Joan!

      Sentirnos comprendidos, acompañados en nuestros sentimientos, crea una sensación de refugio para nuestro ser más interno que en muchas ocasiones previene poder caer en situaciones complicadas...

      Yo también te acompaño en el sentimiento, Joan, deseando que la mayoría de ellos sean los mejores para ti.

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  3. Me ha encantado tu entrada de esta semana! Gracias por compartirlo!

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    1. ¡Hola Nadi!

      Muchísimas gracias, me alegra que te haya gustado.

      Gracias por dar tu opinión, siempre la tengo en consideración. ¡Sabes que siempre será bien recibida!

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  4. Me ha encantado tu entrada de esta semana! Gracias por compartirlo!

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  5. Al leer el titulo me ha dado un vuelco el corazón, porque me han venido a la mente tantos recuerdos! Es una frase que hemos cargado con un tinte lugubre y triste, y son los sentimientos que me han venido... Pero es cierto como bien dices, que si le quitamos esa connotación, es preciosa. Compartir el sentimiento con los demas es un acto que nos permite acercarnos y comprender que aun en nuestra individualidad, no somos tan distintos. Que todos sentimos, nos emocionamos, nos entusiasmamos, sufrimos y formamos parte de la vida.
    Pensé que me dejaría un sabor agridulce ya que a pesar del paso del tiempo, duele rememorarlo...pero conforme he ido leyendo, lo agrio ha desaparecido y me ha quedado la certeza de saber que tengo quienes comparten mis sentimientos y yo los suyos, que no estamos solos si comprendemos esto. Que todos formamos parte de un todo mas grande y debemos ayudarnos.
    Alicia, has logrado que valore mas aun a quienes aprecio y quiero, y que me de cuenta de cuanto los necesito y puedo hacer por ellos.
    Es un regalo leerte cada semana, de verdad!! Gracias!!

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    1. ¡Hola Juande!

      Muchísimas gracias por tu comentario. Lo expresas tan bonito que poco más puedo añadir. Te acompaño en el sentimiento y me parece tremendamente generoso por tu parte que compartas el tuyo. A esto precisamente me refería con la expresión, a esto mismo precisamente...

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