lunes, 28 de marzo de 2016

¡Al ladrón! ¡Me ha robado mi tiempo!


El contenido de la entrada de hoy, me apasiona. Siempre está rondando y generando esa disonancia cognitiva tan recurrente entre la necesidad de libertad y la de cierto orden en mi vida. ¿Crees que son compatibles? Considero que sí, aunque cuesta darles un lugar donde ambas no se sientan amenazadas ni traten de anularse por imposición entre ellas. Posponer, dejar tareas pendientes para otro momento ocupando nuestro tiempo mientras tanto en quehaceres varios podemos definirlo como procrastinar, procrastinación o lo que viene a ser lo mismo: no mover el culo hoy y pensar que lo haré, mañana. Me importa poco la definición exacta, me resulta más interesante cómo afecta a nuestro día a día, para qué nos sirve y cómo evitarla si así lo consideramos.





Aprovechando un símil relacionado con la reciente Semana Santa, procrastinar vendría a ser para nosotros una sensación parecida a la de bola de cera, sí, esa que van haciendo los niños a base de ir añadiendo la cera que sueltan las velas de los nazarenos, penitentes y demás acompañantes en las distintas procesiones. Se va formando poco a poco, con pequeñas cantidades casi imperceptibles hasta que finalmente, llega a formarse una bola de solidez importante y eso sí, cada vez… más grande. Cuando dejamos las tareas pendientes para otro momento, vamos generando una sensación de pesadez mental que a veces puede llegar a ser difícilmente soportable. Primera hora de la mañana: "Desayuno rápido y me pongo con el proyecto que tengo pendiente. Aunque igual miro un segundo el correo por si me ha llegado algo importante".

Pasadas 3 horas: "Buff, se me ha ido la mañana, mejor como, descanso y esta tarde me pongo en serio".

Tras una siesta de 3 horas: "Madre mia, ¡cómo pasa el tiempo! No pasa nada, tengo una semana".

Día de antes de finalizar el plazo: "No me da tiempo, no llego, que agobio. Tengo unas horas, organización, llamo a X, miro H y termino con J. ¡Hecho!".


Ejemplos similares de procrastinar  hay muchos, seguro que a ti se te vienen a la cabeza unos cuantos:


- Hoy ya es tarde, mañana me paso por casa de mi madre.

- Voy a estudiar pero con hambre no me voy a concentrar, mejor antes me como un bocadillo.


- Hoy tengo tiempo para limpiar, pero voy a llamar a la peluquería que limpiar, puedo hacerlo otro día.

- Pensé salir a andar hoy pero no voy a ir cómoda con esta ropa. Mañana salgo a comprarme equipación nueva y entonces, empiezo.

- Mañana examen de inglés, voy a repasar. La verdad es que con los platos sin fregar, no puedo seguir. Los lavo y me pongo.



Pasar, pasar, todos hemos comprobado que normalmente, no pasa nada grave salvo lo ya comentado: sensación de carga, pesadez, falta de activación, acumulación, aturdimiento, desorganización psíquica y emocional por encadenamiento de momentos de aplazamiento, por posponer de manera encadenada y contínua, por tener la necesidad de parar esa maquinaria que gira y gira hacia la improductividad y los castigos psicológicos por no hacer lo que sabes que tienes pendiente y generando una visualización de la vida cual apisonadora que pasa por encima de nosotros. Puede parecer muy similar a vaguear pero procrastinar, no es exactamente lo mismo. Cuando vagueamos, no hacemos nada. Cuando procrastinamos, hacemos otras cosas sabiendo que las importantes las estamos dejando pendientes. 

En mayor o menor medida, formamos parte de una sociedad en la que todo son demandas, rapidez y resultados. A nivel laboral (trabajadores que estén disponibles 24 horas y siempre alertas). A nivel de trabajador disponible (o lo que es lo mismo, en paro) sabes que cuando buscas trabajo hay que estar siempre presente y visible. A nivel emocional, nos movemos por sentimientos de quita y pon, fugaces, intensos e igualmente cambiantes. Esta sociedad nos requiere con mil cosas que hacer y generadores de tareas pendientes. Menudo agobio, ¿no?





Para intentar evitar caer en la desidia más absoluta por saturación de tareas, propósitos y deseos acumulados pendientes de quién sabe cuándo, te propongo que mires tu particular “Bola de Cera” y analices:


1.- Hábitos pro-proscratinar:


Observa qué costumbres tienes en tu vida diaria que te facilitan la distracción o te generan el entretenimiento necesario como para caer más fácilmente en posponer lo importante. Ejemplo: Internet, comida, teléfono, etc. Una vez los tengas localizados, aíslalos cuando adquieras el propósito de retomar el control en tu vida.


2.- Focaliza tu atención:


Establece a modo de linterna que ilumina, una lista de prioridades reales y asequibles a corto plazo. Muchos piensan que es mejor empezar por las prioridades más contundentes, yo considero que tiene mejor resultado empezar por las pequeñas (puedes conseguir activarte con ellas en poco tiempo y una vez que empieces con estas, no podrás parar) o desmenuzar las grandes en distintas tareas pequeñas. Ejemplo: pensar en adelgazar 15 kilos de aquí al verano te hace procrastinar más a menudo que si enfocas tu atención en dejar de comer comida basura esta semana mientras vas observando que te sientes mucho mejor.


3.- Divide y vencerás:


Por pequeña que sea la tarea a llevar a cabo, siempre podemos encontrar la justificación psicológica para dejarla para otro momento precisamente por eso, por pequeña. Te propongo asignar un tiempo específico de dedicación con una fecha de inicio y fin reiterando la importancia de hacerlo con tareas reales y asequibles (para que no pasemos de procrastinar a la ansiedad generalizada…). Hacer un planning alivia mucho pero me he pasado media vida haciendo plannings y la otra media deshaciéndolos… Es importante que tu palabra tenga valor, que tu propósito sea firme ante ti y que tu pacto sea no defraudarte por no intentarlo. Necesitas implicarte para conseguirlo. Ejemplo: Media hora para poner la lavadora y fregar los platos (de 10.00 a 10.30). Llamar por teléfono a mi abuela: de 10.30 a 11.00.


4.- El movimiento llama al movimiento:


Sabes que en cuanto hayas establecido prioridades reales, pautado unos tiempos y encontrado una “base de operaciones agradable” para ponerte en marcha, la perspectiva de descontrol que ahora mismo te arrastra cual barco a la deriva, cambiará y volverás a sentir que vuelves a llevar el timón de tu vida. Es cuestión de iniciar el movimiento, la activación con los pies en el suelo y desde nuestra realidad más inmediata (sin comparaciones).


5.- Tira el traje de perfeccionista:


La autoexigencia implica un compromiso como comentaba anteriormente, pero sin llegar al perfeccionismo, ya que este nos genera una realidad inexistente e inalcanzable. Rebaja revoluciones y acepta que no podemos con todo, ni podemos hacerlo al mismo tiempo ni siempre nos saldrá bien.



A propósito de “procrastineo”… si fuésemos totalmente conscientes de lo que implica el día a día, no dejaríamos para más tarde un te quiero (dilo tú), no esperaríamos el día en que dejaran a otra persona por estar con nosotros (déjalo tú), esperar que las circunstancias cambien (cambia tu actitud), esperar que llegue el momento de leer ese libro que tanto esperas (empiézalo en cuanto termines de leer esto).

Atentamente, Alicia.


7 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo contigo! !mejor explicado, imposible . Besico !!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Gracias, Nadi!

      Me alegra un montón que lo sientas tuyo.

      ¡Un abrazo!

      Eliminar
  2. Totalmente de acuerdo contigo! !mejor explicado, imposible . Besico !!!!

    ResponderEliminar
  3. Muchas veces nos quejamos de nuestra rutina diaria, pero yo creo que eso es algo necesario en esta convivencia en la que estamos, y eso no tiene que significar que tenga que ser aburrido o frustrante, por desgracia solo unos pocos privilegiados son suficientemente valientes para romper con esa rutina y buscar la libertad de hacer lo que les apetece en cada momento, y normalmente solemos llamarles ¨locos¨...divina locura.
    El resto de humanos, tenemos que conformarnos con vivir dentro de ese día a día y desear que no nos cambie excesivamente.
    Hoy tu, Alicia, nos das una clase magistral para poder aprovechar un poquito mas ese escaso tiempo del que disponemos, tenemos que ordenar nuestras prioridades en todos los sentidos. Estoy arto de decir....No tengo tiempo para estudiar ingles, en cambio paso horas con el wapsap para no decir nada importante....
    no tengo dinero para hacer un viajecito, en cambio me gasto en tabaco lo que me costaría ese viaje tan deseado.
    Voy a dejar de procrastinar e intentar ordenar mis prioridades y meter en mi alcancía del tiempo todo lo que ahorre para dedicarlo a alguna de esas pequeñas locuras que me hagan aun ser mas feliz.
    Una vez mas......
    GRACIAS ALICIA, por hacernos dar cuenta de eso tan evidente que no somos capaces de ver

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Joan!

      Coincido con tus ejemplos, geniales. Procrastinar es tal cual comentas...es justo eso, dejar para otro momento mientras nos entretenemos haciendo otras cosas para excusarnos.

      Muchas gracias por contribuir a lo bonito del blog: lo hacemos entre todos.

      ¡Un abrazo!

      Eliminar
  4. Así es, el tiempo es tan importante que debemos esforzarnos y ser constantes para evitar que se nos robe... o lo desaprovechemos.
    Creo que procastinamos cuando tenemos que emplearnos en algo que nos aburre o molesta, porque cuando tenemos que emprender algo agradable lo hacemos inmediatamente! A mi lo que más pereza me da, son las tareas que se que van a ser muy complicadas o largas, así que procuro ver su aspecto más atractivo, como bien dices la divido en partes pequeñas y manejables y una vez que tiré el traje de perfeccionista, lo sustitui por el entusiasmo...y es muchisimo mejor. Opino igual que tu, deberiamos vivir al día, estar en el presente y no dejar lo verdaderamente importante para más tarde.
    Alicia, gracias por la naturalidad con la que lo expones, logras que algo tan apasionante además sea un placer leerlo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Juande!

      Me encanta leer cambiar perfeccionismo por entusiasmo. Me parece un buen cambio, como poco... más funcional.

      A veces nos engañarnos sabiendo que lo estamos haciendo a propósito y ahí está lo que tú bien comentas, la importancia de intentar que nos guste todo lo que hacemos. Digo bien, intentar. En nuestro día a día hay muchas cosas que hacer y no todas nos gustan, por eso muchas veces las dejamos para otro momento. Si tenemos que hacerlas, mejor intentar que nos gusten un poco antes que dejarlas y dejarlas para otro momento...

      Gracias por tus comentarios, Juande.

      ¡Un abrazo!

      Eliminar